
Tener a veces la certeza
aún más después de contemplarte;
ningún dios pudo haberte concebido
así, inconmensurablemente bella,
naturaleza.
Sin más orden que la ausencia,
dolorosa pero cierta,
de creador como ser primario,
solo, el caos originario
forjó tu esencia primogénita.
En el infinito indescifrable
cada átomo venció al destino.
La guerra que entre ellos sobrevino
dió lugar al ser, al tiempo y al espacio.
Atrás quedó el fracaso
de aquel caos inclemente,
seducidos mágicamente
por amor o por rechazo
dieron para otros
el alba y el ocaso.
No hay reino como ha sido escrito,
ni costilla o séptimo día,
sonó sola esta armonía,
aunque es más fácil negarlo
y confiar en que un ser extraordinario
obsequió a todos la vida.
Solo resta a los hombres
descubrir tras cualquier cosmogonía
que no hay nada más que nombres
y la cruda y sorda agonía.
Darío Esposito
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