Es lo constante del pensamiento, lo continuo de las ideas; una encadenada con otra lo que no me deja dormir . Es como el ruido de la heladera que uno a veces detecta antes de que el motor se pare. Porque escuchar la heladera es un acto de llegada al vacío. Habitualmente la escuchamos cuando se detiene. Bueno en este caso no, la sentimos antes y esperamos que se detenga. Tengo la esperanza de que cuando se detenga finalmente podré dormir. Pero no, el cerebro no se detiene y si bien hay alguna voz guía que parece ser sensata, los saltos entre escenarios mentales hablan de lo enfermiza que se ha vuelto la situación. Ni el silencio ni la oscuridad cumplen con el pacto del sueño. No hay rituales que sirvan para invocarlo. La huella sobre la cama es eterna, enorme y todo parece incomodar. No hay sonidos pequeños hay interrupciones a cadenas de pensamientos.
Si hasta el deseo de dormir pesa. El sólo hecho de tener la necesidad de hacerlo lo hace inalcanzable. ¿Porque hoy y no antes? Porque no mañana...
El temor es la luz del día, es la posibilidad de no haberlo conseguido. El temor es lo que no me deja dormir. La ansiedad de ver más adelante de las posibilidades. El hecho de ser cuando sólo se desea dormir.
Voy a contar desde 20 y esperar que funcione. 20, 19,18, no va a servir, 17, 16, y si no sirve que hago, si no me duermo, entonces,15, catorce, trece, 12, 11...
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