jueves, 11 de abril de 2013

Alfred, Eric, Leslie o alguno de esos.


París es para ellos una ilusión, la posibilidad de hacer de sus vidas algo hermoso. Para la mayoría de ellos, solo la ilusión. Nunca sabrán que las cosas no serán mas que lo que ellos quieran; lo que se animen a hacer. No les regalo el mote de soñadores porque ellos solo consumen realidad. Una realidad de superficie; Una realidad de lugares que para ellos son las fotografías que se sacan por unos francos cerca de Notre Dame. Recuerdos forzados que tratan de no olvidar. Fotos, sólo la cáscara de una cosa aún más hermosa que no están dispuestos a descubrir.
París es tanto para mi que no puedo decir que es. Y si mi forma de ver es pedante para ti, es que este escrito no te esta dirigido. Porque sólo es para el que no se carga de hipocresía y se anima a sufrir igual que a amar y a morir. Para el que sospecha que error y acierto es una misma cosa.
La vida en París es igual a la de otras partes del mundo. Lo que le da entidad al lugar es que "ella" y yo la habitamos. A qué nosotros encontramos en este mundo un lugar y la providencia quiso que se llamara París. Por eso es que París es "ella". Ella y yo; por eso es bella, horrible y cosmopolita, artística y casi cualquier adjetivo que se pueda decir en cualquier idioma.
Me tildan de excéntrico con suerte y sin ella de loco. Mis amigos me desconocen porque así me siento mejor... y no. La propia contradicción de la amistad me devuelve a ellos como un ser casi extraño. Se como suena, pero es así: casi conocido y a la vez casi extraño. Sabrán entender quienes quieran hacerlo.
La mayoría del tiempo no puedo sostener las apariencias que se necesitan para la amistad. La música me desnuda de tal manera que me es imposible mentir en otros planos. Después de la música uno no puede más que volverse básico, transparente. El contraste es tan grande que todos saben que no puedo. Que los códigos me superan; que las formas me exasperan. Pero también es cierto que si Claude me llama en un día en que he caído. Me levanta y nos vamos a charlar de pintura o poesía; a tomar cafés y ver como los transformamos en whisky. Entonces si, soy dichoso, soy parte del mundo y lo amo como la amo a ella. Pero eso dura ese día porque después quiere presentarme con su agente y con no se que productor. Ahí es donde no puedo más que odiarlo y pensar que no me entiende. Y si lo elijo a el como ejemplo es porque lo admiro. Porque se que el en música me entiende y en arte me habla. Pero hasta ahi voy porque yo no puedo mentir como el. No lo resisto. Hay personalidades y personalidades. Hay días y días. Y lo entiendo a veces, muy pocas veces , pero la mayoría lo aborrezco.
La amistad es una dualidad para la que no estoy preparado.
Me resulta más sencillo hablar abiertamente con un desconocido en la Gare du nord. Perdón que reitere el concepto pero me es más puro, más transparente. Tengo menos miedo de equivocar las palabras y mis formas.
Los que se jactan de conocerme, mi familia y el resto, no hacen más que exigirme. Me transforman en lo que necesitan. Yo, con mis trajes todos iguales que piensan es el mismo, yo con mis cartas por ella. Yo y mis maneras de hablar y sobretodo de desconectarme. Yo el que soy tal y cual. Pero hay tanto que asumen y tanto que asumirán. Si piensan que uno es su música, se equivocan. Mi música son momentos y momentos pasados. Por eso nunca alcanza, por eso sigo buscando, no por vanguardia. Es que la música siempre esta adelanté mío. La vida siempre esta adelanté mío y si la vivo disfrazado de arte es por que elijo eso, para sentirlo, para llorarlo, para que no alcance y a la vez sólo por un momento si.
Se que no entienden por que es que desaparezco por meses. No a otros países como piensan ellos. No tan lejos y no tan cerca. Pero me voy porque es más fácil para pretender que no soy yo. Me resulta más sencillo cambiarme el nombre, inventar una nueva historia. Vivir otra vida con otros nombres. Supongo que me libera de las expectativas. Hay veces que ser yo es demasiada presión. Amarla incondicionalmente es terrible. El sacerdocio de ser Eric y de ser bohemio. Ser sólo Eric no me alcanza. Quizá alguien toque alguna de mis piezas y me vea de barba y serio. Solemne y triste. Francés y odioso. Hace unos años estuve en Viena, nadie sabe de ese viaje, pensaba en Mozart. En Mozart hombre, en el que se le escapa a los biógrafos. El que escapa a la imagen de su música en la cabeza. En el Mozart que caminaba por la ciudad imperial recordando el verano o pensando en lo incómodo de los zapatos. Y no podía más que conectar con el. Nunca disfrute más su música desde ese momento. Nunca disfrute más mi música desde ese momento.
En la fascinación por París se han perdido de sentarse a ver pasar el tiempo. Se han perdido de sentirse a ellos en la ciudad. De inspirar el frío o de la sensación al cruzar los puentes mirando el agua. París, Viena o cualquier otro lado no pueden ser sin uno. Lo más hermoso del mundo son las personas en su parcialidad del mundo.
No se, a veces es difícil ser siempre el mismo.

Al imaginario de Satie
G.G

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