domingo, 3 de junio de 2012

Los nosotros



Van en el auto, los pensamientos fluyen en cada uno como un dialogo de lo más entretenido, un sinfín de preguntas, péndulo de ideas sofocadas, cuestiones no resueltas, estrategias, todo  a flor de piel en el mundo de los silencios.
Ahora, el semáforo, una luz roja destella ante el detenimiento, la mirada hace conexión, las comisuras suben sin esfuerzo, el protagonismo inmediato lo tiene… quien transita el aire  desde alguna Fm del dial. De pronto, el neurotransmisor hace conexión física y como un trueno, él le dice: Sabes? No entendí, ¿qué es lo que te molesta de que no use bolsa cuando pelo papas? ¿No es lo mismo? -Ella (Ema), sorprendida, aun con los oídos nubosos y un tanto enojada responde tajante y fría: “Evidentemente no es lo mismo, si no, no lo mencionaría ¿no te parece?”-Edgardo se queda estupefacto, pues no hubo una explicación, pero fue tan contundente e irónica su respuesta que decide callar, aunque le molesta bastante esa reacción; entonces el silencio vuelve al colapso,-“ ves Ema, eso me enferma, cuando cada palabra que pronuncio en forma indagatoria, tiene por respuesta una bofetada a mi ser, siempre es así;  ayer en lo de tu mamá paso exactamente lo mismo, jamás le explicaste ¿por qué te gusta el gobierno o por qué no te gustan algunos periodistas, algunos diarios, o la derecha? Pero si te encargaste de dejarle en claro que era una inhabilitada moral para hablar, es decir, la anulaste, lo mismo que a mí. ¿Lo ves o no lo ves? ¿Tiene sentido la anulación del otro?... ¿Tiene sentido no poder discutir? ¿Cuál es el fin? ¿No sería mejor vencer las barreras propias, las nuestras digo, las de c/u que pretende explicarle al otro, porque creé palpar una verdad? Lo otro, eso que nos genera el desconcierto, esa forma apática de ver todo, eso que explica la causa directa de porque llegamos a donde llegamos, cuando no llegamos…
Las creencias son pensamientos que rigen sin sustento teórico, que cada uno de nosotros lleva dentro, los porque si. Son verdades que se refuerzan en nuestra parte rancia, calaron hondo desde chicos y jamás las sometimos a prueba porque son así, que tanto. Vienen a ser algo irracional. ¿Por qué no le explicaste eso a tu mamá. Por qué? Pensalo, no te estoy atacando, yo también me lo pregunto, tal vez ahí está la respuesta; la bolsa, nunca me pensé en usarla, pues nunca estuvo en mi estructura, ni psíquica, ni visual, ni nada, vos la pusiste en el camino: papa, bolsa, yo; y a mí me estorbaba, pues sin esa bolsa estaba bien o hasta ahora eso creía.
Sin más que el monologo de Edgardo, como el agua de una pileta, volvieron al silencio. Ema nunca contestó. 

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