Van en el auto, los pensamientos fluyen en cada uno como un
dialogo de lo más entretenido, un sinfín de preguntas, péndulo de ideas
sofocadas, cuestiones no resueltas, estrategias, todo a flor de piel en el mundo de los silencios.
Ahora, el semáforo, una luz roja destella ante el
detenimiento, la mirada hace conexión, las comisuras suben sin esfuerzo, el
protagonismo inmediato lo tiene… quien transita el aire desde alguna Fm del dial. De pronto, el neurotransmisor
hace conexión física y como un trueno, él le dice: Sabes? No entendí, ¿qué es
lo que te molesta de que no use bolsa cuando pelo papas? ¿No es lo mismo? -Ella
(Ema), sorprendida, aun con los oídos nubosos y un tanto enojada responde
tajante y fría: “Evidentemente no es lo mismo, si no, no lo mencionaría ¿no te
parece?”-Edgardo se queda estupefacto, pues no hubo una explicación, pero fue
tan contundente e irónica su respuesta que decide callar, aunque le molesta
bastante esa reacción; entonces el silencio vuelve al colapso,-“ ves Ema, eso
me enferma, cuando cada palabra que pronuncio en forma indagatoria, tiene por
respuesta una bofetada a mi ser, siempre es así; ayer en lo de tu mamá paso exactamente lo
mismo, jamás le explicaste ¿por qué te gusta el gobierno o por qué no te gustan
algunos periodistas, algunos diarios, o la derecha? Pero si te encargaste de
dejarle en claro que era una inhabilitada moral para hablar, es decir, la
anulaste, lo mismo que a mí. ¿Lo ves o no lo ves? ¿Tiene sentido la anulación
del otro?... ¿Tiene sentido no poder discutir? ¿Cuál es el fin? ¿No sería mejor
vencer las barreras propias, las nuestras digo, las de c/u que pretende
explicarle al otro, porque creé palpar una verdad? Lo otro, eso que nos genera
el desconcierto, esa forma apática de ver todo, eso que explica la causa
directa de porque llegamos a donde llegamos, cuando no llegamos…
Las creencias son pensamientos que rigen sin sustento
teórico, que cada uno de nosotros lleva dentro, los porque si. Son verdades que
se refuerzan en nuestra parte rancia, calaron hondo desde chicos y jamás las
sometimos a prueba porque son así, que tanto. Vienen a ser algo irracional.
¿Por qué no le explicaste eso a tu mamá. Por qué? Pensalo, no te estoy
atacando, yo también me lo pregunto, tal vez ahí está la respuesta; la bolsa, nunca
me pensé en usarla, pues nunca estuvo en mi estructura, ni psíquica, ni visual,
ni nada, vos la pusiste en el camino: papa, bolsa, yo; y a mí me estorbaba,
pues sin esa bolsa estaba bien o hasta ahora eso creía.
Sin más que el monologo de Edgardo, como el agua de una
pileta, volvieron al silencio. Ema nunca contestó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario